Este método consiste en medir las variaciones de la resistividad eléctrica a profundidad, desde un punto fijo en la superficie. Dicho comportamiento se manifiesta en líneas de campo o flujo eléctrico constante para materiales homogéneos, por ello cuando
los valores y características de estos campos varían, indican un cambio de materiales o una discontinuidad dentro de un mismo depósito. Así, los suelos gruesos o rocosos se caracterizan por presentar una alta resistividad,
mientras que las zonas arcillosas o con altos contenidos de sales corresponden con anomalías de baja resistividad.
El método se basan en inyectar en el terreno, un campo eléctrico de corriente continua mediante dos electrodos de corriente (A, B) conectados a una fuente de poder, mientras que otros dos electrodos (M, N) que están
conectados a un voltímetro, estos últimos miden cual es la diferencia de potencial eléctrica ΔV. Existen varios arreglos para poder obtener la resistividad aparente.